Mercedes Sosa

jueves, 11 de febrero de 2010

Maldad

Maldad,
cual culebra reptante,
sigilosa y astuta,
husmeas en el aire
el calor de tus víctimas.
Furtiva y pertinaz,
te ocultas detrás
de mágicos colores
subyugantes para no dar
advertencia alguna
de tu ataque mortal,
fuego que consume la carne
y hasta la muerte
la hace sangrar .
Maldad,
lo mismo cautivas
mentirosa la soberbia de Eva,
que la estupidez de Adán,
que muerdes el calcañar
del que te aplasta la cabeza,
aunque no le puedas ganar.
Áspid, basilisco, dragón antiguo.
Serpiente que conoces tu destino
final.
Pero que muerdes entretanto
te llegan las cadenas y el Abismo,
la Gehena ancestral.
Mientras,
con la lengua tejes un enjambre
de embustes y urdes estratagemas
para engañar.
Arrojas vergüenza al rostro,
repudio y vanidad,
y aun a los que en otro momento
fueron novios, los muerdes a matar.
Provocas a codicia, incitas a robar,
con ojos de lascivia excitas por igual,
al púber, que al vejete, al sacerdote
hereje, al sátiro, a la puta,
al ínclito prohombre,
al maestro de escuela,
al cónyuge intachable,
y aun a su mujer.
Maldad que semejante
a las pútridas aguas del fétido albañal,
fluyes a chorros de múltiples confluentes,
por cloacas y desagües bajo la gran ciudad.
Arrastrando en tus cauces inmunda
mezcolanza, oprobio, y cruel intriga.
Blasfemia, apostasía, ultrajes y deshonra,
hijos de nadie, adictos a las drogas,
políticos corruptos, jueces comprados,
escorias de la vida, amantes insolentes,
y madres homicidas. Y a saber que tanto
me falta en el recuento.
¿No sabe tu arrogancia, a dónde van
las aguas que llevan la inmundicia?
¿No entiendes que todas
se arrojan en el mar?
¿Acaso es que ignoras que en las
profecías está descrito ya?
Que un día que DIOS sabe,
el fin te llegará. Tus torrentes inmundos
al mar, y el mar no será más.
Y tú serpiente antigua,
serpiente de maldad, al fuego arrojado
y nunca más tu nombre
vendrá a la memoria, y nunca más
otra víctima tendrás.

Carlos Fernando

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