Mercedes Sosa

jueves, 28 de julio de 2016

Nimio




En el camino de la imprudencia
me encontré con un viandante.
Caminábamos 
buscando el horizonte 
donde las paralelas se unen 
lontananza.

El lugar donde el Supremo Juez
espera a todos tras la muerte.

Esa frontera que cruzaremos todos
fatalmente, unos con miedo,
otros confiados a un nuevo
amanecer detrás de los majanos
de un nuevo parto,
inmaterial, 
fuera del tiempo.

La incertidumbre:
ese tamo de indecisión
que leuda la confianza
y la aniquila, 
nos condujo a una sorda 
batalla de conceptos.

Los hombres somos tan necios…
que no vemos más allá de las narices
de nuestra propia soberbia,
que todo lo mide y lo sopesa.
Como si el alma fuera susceptible,
y Dios: 
un espécimen de fuerza
comprensible.

Tan ciego fue mi compañero,
como yo torpe, 
él para comprender.
y yo para entenderlo;
que antes de llegar a la estación
nos separamos:
para extraviarse cada cual 
en su desierto.

Este Mundo de cosas imperfectas,
de humanos procesos defectuosos
es tan necio; que por eso
piensan los gnósticos que:
es obra del demiurgo mentiroso 
y perverso.

Ignorando lo que dice la Escritura:
"que vio Dios que todo lo que había sido Su factura
era bueno. Y reposó".

Somos los hombres,
"seducidos por el diablo",
quienes echamos a perder la perfección
de nuestra Tierra.

Si no lo creen; miren al Cosmos
que siendo inmenso, 
Alguien
- que no viene de Sirio, 
ni mora en un planeta-
con mejor economía que la del hombre,
diseñó los Cielos y la Tierra,
los sustenta, los coordina, los moldea.

Los llena de hermosura para asombro
de quien los observa y escudriña.
Se trate de un astrónomo 
o de un poeta.
Se trate de un mago o de un profeta.

Por eso -antiguo compañero de camino-
bueno es que sepas, 
que Dios se encuentra
más allá de nuestra ciencia.
Y que lo que sabemos hoy, es nimio.

Como nimia es nuestra sabiduría
y egocentrismo,
Según la contradictoria definición 
de "nimio",
que prefieras.



viernes, 20 de abril de 2012

Elyon 

Dios: 
Es el Poder al que se acude 
cuando la fuerza mengua, 
es el consuelo requerido 
para asumir la pérdida 
del ser querido. 

Es el nombre que se invoca, 
cuando el sustento falta, 
o cuando la muerte llega. 

Cuando la ciencia 
que explica el Universo, 
es incapaz de develar 
de la vida el misterio. 

Cuando el injuriado, 
el indefenso, el esclavo, 
claman por justicia y libertad
al Cielo, 
con la esperanza de recibir 
lo pedido. 

Dios, sin importar 
el credo profesado, 
es el Ser que nos guarda 
la existencia, 
y dirige el andar 
de quien le ama. 
De quien le busca y teme, 
y remunera a cada cual 
su paga conforme 
a la Justicia. 

Juzga justamente 
sin posibilidad 
de corromper su Juicio  
por el cohecho 
de una indulgencia comprada. 

Y con la misericordia 
que requiere 
la imperfección humana. 

Poder por cuya voluntad 
la creación toda aun existe. 
Y por cuya sabiduría, 
todo fue creado de la nada. 

Lo demás: son demiurgos 
que la febril y delirante 
mente humana 
ha elevado a los altares 
de la idolatría blasfema. 

Vanos intentos de concebir 
el Cosmos, mentiras 
de los hombres blandidas 
con abyectos fines, 
que suplantan al verdadero 
Dios Altísimo y Eterno. 

El que conoce el corazón 
del hombre, pues 
El los formó del barro, 
del polvo de estrellas siderales. 

El que soplando 
en la nariz le otorga vida, 
y Quien en el momento 
que manda:  se la quita.  

¿Quién de los hombres 
puede dignamente: 
pedirle cuentas, 
o en forma alguna subyugarle. 

Someterle a un lugar o adoratorio. 
A una definición que ajuste. 
O aplicarle, la Teología 
que se aproxime a discernir 
fielmente su esencia, 
su eternidad, o su potencia, 

De dónde 
puede preguntar el barro 
al que lo forma: 
¿Qué haces? 

Ese es Dios, y no la figura 
que enseña el religioso. 
No la mentira que se inculca 
en las iglesias. 

Ni a quien se empeña en negar 
el necio con su ciencia. 
Ni al que pretende complacer 
el religioso, con limosnas. 

El es Dios, y a El adoro. 
Y aun si no lo hiciera, 
El seguiría siendo Dios. 
Por sobre todo. 

Ya’akov Ben Tzyion. 
20 de abril de 2012

jueves, 24 de noviembre de 2011

Cómo han pasado los años.




Vaya que ha pasado el tiempo, como un sueño, como un puñado de arena cayendo entre los dedos. Como el humo de los cigarrillos que fumé en mi juventud. Como la sucesión de mañanas y tardes que han desfilado ante mis ojos. Recuerdo que hace medio siglo, a diario le preguntaba a mi padre, cuántos días faltaban para mi séptimo cumpleaños. Tarde a tarde, cuando mi padre llegaba de trabajar, yo iba directo a preguntarle, y día a día recibía por respuesta la cuenta regresiva: ciento setenta, ciento sesenta y nueve, y así sucesivamente.
Era costumbre que llegaran mis hermanos mayores con sus hijos, a participar del pastel y de los globos, y de la piñata, y de cada detalle de esas fiestas que mis padres a la medida de sus posibilidades, daban a la familia para festejar que finalmente, yo había llegado al mundo. El hijo varón después de cuatro hijas. Recuerdo algunos obsequios recibidos en años anteriores, pero lo mejor era sentir la compañía de mi familia, el amor de mis padres. Y jugar, jugar con esos niños que mis hermanos llevaban, mis sobrinos, muchos de ellos mayores que yo.
A unos cuantos días de distancia, llegaba la Navidad, la casa adornada, el tradicional Árbol Navideño, los regalos con esos fabulosos moños y cintas rojos. Los aromas del pino, el musgo, el heno, el bacalao, los "romeritos" y otros guisos tradicionales. Ese frío, paradójicamente acogedor, la música, las risas, los abrazos. La dicha de sentir que toda mi familia estaba ahí.
La tarde tan ansiada llegó. Todo hacía pensar que ese año de 1961 sería igual la celebración de mi cumpleaños como los años anteriores desde que tenía recuerdos. No fue así. Ese año, las hostilidades latentes entre dos linajes (en realidad tres linajes) de hijos de un mismo padre y diferentes madres, y de toda una parentela de intrigantes parientes, había finalmente desembocado en una guerra intestina que había de ocasionar un cumpleaños solitario que para realizarse requirió la tarea de ir de casa en casa pidiendo, -si no rogando- porque les permitieran a mis sobrinos ir a mi casa a festejar mi cumpleaños.
Pero lo peor, fue que ese año fue el inicio de una devastadora campaña de juzgados, y abogados, y trinquetes, que nueve años después culminó en la pérdida del único patrimonio que mi padre había logrado conservar después de toda una vida de trabajo honesto y cabal. Por fortuna, él ya no vivió para verlo.
Ha pasado medio siglo desde aquella conflagración, que en realidad no fue sino una batalla más que se libró entre los hijos de mi padre, ellos y nosotros. El preludio de mis tropiezos de juventud y mis errores de mi edad madura. La oculta razón de mis fallas estratégicas y malas decisiones. Un abrir y cerrar de ojos detrás del cual la niñez y la adolescencia se me confundió en una breve temporada de juegos en soledad, y mis primeras ilusiones románticas, y mis incipientes correrías.
Ese año de 1961, mi familia comenzó a desintegrarse. Y yo, cada vez me fui quedando más y más solo. ¡Vaya que los años han pasado como un suspiro, como arena que se cae de entre los dedos, como el humo de los cigarrillos que solía fumar en mi juventud! Como los años de la infancia de mis hijos. Como mi propia vida.
De esa tarde conservo esta única fotografía, ¡Qué pena!... Santa Claus no existe.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

No soy de aquí ni soy de allá.




Corrían los primeros años de la década 1970 cuando escuché a Facundo Cabral, algo poeta y algo profeta. Con una actitud de bonhomía que de inmediato provocaba empatía con su auditorio. Un cantor de protesta que no hablaba de violencia sino de prudencia, de cierto grado de descaro ante las convenciones sociales de una comunidad humana de hipócritas y mojigatos. Con un delicado erotismo tan ténue que aparentaba ser tan solo un sutil aroma remanente, de mujer. Con una mano abierta y una guitarra siempre dispuesta a acompañar las milongas de este avatar de Martín Fierro pampero. Se cargó con toda la sencillez que había en la Argentina, y por eso dejó desnudos a sus coterráneos, (con excepción de algunos amigos míos y de Alberto Cortez).
Tan desgarbada fue siempre su actitud y tan sarcástica su visión de la vida, que tenía que partir de este mundo, con el estruendo de la sinrazón de una celada, bajo una lluvia de balas que según se dice, ni siquiera tenían dedicatoria para el difunto. ¿Destino? Quién podrá saberlo nunca. Si por lo menos lo absurdamente trágico, lo indeciblemente bestial y absurdo de una muerte así, trajera alguna lección de moral a una comunidad humana que se deshilacha en su cuesta abajo, hacia el Abadón que será su final.
Pero si ni siquiera el Calvario ha traído regeneración a esa bestia sin piedad que son las gentes. ¿Cómo podríamos esperar que, la muerte de Facundo Cabral sirviera para algo más que para vender espacios televisivos en los noticieros, o para incrementar las ventas de sus discos para medro de las compañías disqueras?
Algo escribí cuando me enteré de su muerte. Ni siquiera entre poetas hubo algún indicio de que el mensaje hubiera llegado profundo a alguien. Hoy, al mirar por internet este video, y encontrándome nostálgico por las acostumbradas añoranzas de mi vida, de otros tiempos, cuando no tenía que ingerir píldoras e inyectarme vacunas para el asma, ni sentía tenesmo vesical, ni me preocupaba mi próstata, ni me subían palpitaciones al pecho. Hoy en uno de mis tantos reencuentros con el pasado, no tuve más remedio que colocar este video, y escribir este texto.

Lehitraot profeta,lehitraot

Hasta luego profeta, hasta luego.


martes, 3 de agosto de 2010

Algo se ha perdido




Escucho el resoplido del chiflo del "afilador" con su parsimonioso efecto doppler que se anuncia conforme comienza a acercarse a la ventana de mi casa, y luego al irse alejando al ritmo de sus cansados pasos. Enseguida pienso, ¿habrá algún cuchillo o tijera que afilar? Porque hay algo de tristeza y de añoranza mezclados en el sonido de su sencillo silbato de metal, que anuncia el paso del "afilador" advirtiendo de su presencia al vecindario, para que alguien salga a su encuentro llevándole algún instrumento cortante al cual sacarle filo. 
Pero hoy, tan cara como está la vida, y con la mala calidad de los materiales, ya estamos más acostumbrados al concepto del instrumento desechable; porque además, resulta más económico tirar y reponer, que usar y componer. Aun los vehículos automotores de combustión que conocemos coloquialmente como "automóvil", "coche", "nave", "lanchón", "patas de hule", "tartana", "carcacha", "cacharro", "rufo", "mueble" o "troca", "vochito", "chevyto" y "tsurito", entre otros muchos modismos y motes; en muchos de los casos son de "usar y desechar", no se diga cuando se trata de sus partes eléctricas, o sus carrocerías que se hunden bajo el peso de una mosca, por citar tan solo dos ejemplos de su labilidad de quasi cristal de Baccarat.
Con la Revolución Industrial, las personas pasamos a ser una pieza más adosada a la máquina; y los oficios, los gremios y los artesanos fueron menguando. La tecnología sustituyó en número a las personas que se requieren en una línea de producción, y en muchos casos, se ocupan manos tan solo para empaquetar, o para estibar las cajas llenas de productos terminados. Desde el advenimiento de la informática todo se ha reducido a cero y uno, en el complejo sistema del lenguaje binario. Aun nos hemos vuelto torpes para escribir de puño y letra, porque hemos sustituido la pluma, por el teclado del ordenador, y a manejar las herramientas del procesador de textos. Se han acabado las artes y los oficios antiguos; ciertos gremios se extinguieron como se extinguió el tigre de Tasmania o el Delfín de río. Por cierto, los médicos no tardan en desaparecer sustituidos por un call center para consultas médicas, y centros de diagnóstico por computadora; y de ser paradójicamente suplantados -los médicos- por chamanes y curanderos provocado por los altos costos de la salud, y la búsqueda de alternativas en la medicina; frente al tardío empeño gubernamental para instituir la exigencia de la receta médica para el expendio de medicamentos. ¡Too late!... Sorry, cuando la sobre oferta de servicios ha excedido la demanda, y llevado los costos a límites insostenibles y prohibitivos para la mayoría de la población que vive su precaria condición, en estos lares tercermundistas. Y la desleal competencia del Seguro Popular, de un Estado espuriamente populista, y descaradamente plutocrático, con sus Políticas de Salud Pública que no remedian ni un entuerto, y con sus campañas sanitarias para "epidemias hechas a la medida y por Decreto", y para "controlar" agentes virales de atípica conducta y distribución epidemiológica también atípica.
Sí, evidentemente nos vamos acostumbrando al hábito de usar y desechar. Los mecánicos automotrices y los "maistros" de los talleres eléctricos, se están convirtiendo en maestros del "quitar piezas y cambiar piezas".
Si tienes un dispositivo como un teléfono móvil, o un IPod, o un IPad de última generación saldrá, en cosa de un par de semanas, un nuevo dispositivo que te haga inútil la reparación de tu viejo dispositivo, o de su sistema operativo, porque cuenta con más funciones, o tiene integrada una cámara fotográfica de diez pixeles, -o más- y Smile Shot. Lo que está de moda para este invierno, estará fuera de uso para el invierno siguiente. 
Aun las maneras de relacionarse con otras personas ha cambiado. Yo, tengo amigos en al menos diez países, de América, Europa y Asia (lugares a los cuales debo confesar que nunca he viajado). Mis amigos los cuento por cientos, y en ocasiones "chateo" (inflexión gramatical del verbo: "comunicarse por Internet en tiempo real") con ellos. 
Diariamente intercambiamos correos electrónicos, videos en You Tube, tarjetas postales electrónicas, presentaciones en Power Point, documentos PDF, links, códigos URL, HTML, actualizaciones de perfil, álbumes fotográficos, música. 
Discutimos sobre nuestras creencias religiosas, o intercambiamos frases célebres y pensamientos "motivacionales", para incrementar la auto-estima, y buenos deseos. En ocasiones con un simple copiar y pegar, o dar un click en la herramienta de reenvío difundimos lo mismo el rumor más absurdo e infundado, como la información más interesante y veraz. Y aún -por si lo anterior fuera poco- hay quienes ofrecen sus imágenes eróticas, y sus servicios sexuales, o comunican sus libres alter-preferencias sexuales por el ciberespacio, convirtiéndolo así en una puerta alternativa para "salir del closet". 
¡En verdad que las cosas han cambiado!...



martes, 22 de junio de 2010

Frases que escribí hoy... (Reflexiones de mi vida)


Cuando dejé de soñar… comencé a dormir.

Se puede existir sin ser, y se puede ser, sin existir. De igual manera, puede conjuntarse el ser y el existir. La diferencia estriba en el método que se escoja para dejar que los días de la vida transcurran.

Sé que te amo cuando te recuerdo, y te recuerdo porque eres mi presente, por eso sé que te amaré cuando te encuentre en mi pasado, y sabré que te amé, cuando te mire hoy junto a mí.

Dejaré de ser tan egoísta para quitar todo lo que se interponga entre nosotros; incluyendo tu orgullo.

Olvidaré tus ofensas, recordando las múltiples formas en que incurrí para ofenderte.

Desearía de ti, un poco más de respeto, eso me haría creer que en verdad me has amado, y que ese amor sigue vigente.

No pienso constantemente en ti, porque eres como mi corazón: que habita en mi pecho, que me mantiene con vida, que forma parte de mis entrañas. Y que cuando lo percibo, es porque me causa alguna palpitación extraña o algún dolor agudo, que me oprime el alma y me arranca el aliento, y me hace recordar que un día moriré.

Puedes intentar huir de ti mismo, pero nunca podrás esconderte de tu Hacedor.

Los deportes le dan un sentido práctico a la vida, porque te enseñan que pasas un tiempo ejercitándote para ser visto, ovacionado, o criticado, y aun quedar expuesto al insulto. Puedes disfrutar el juego o sufrir el encuentro; y aun salir derrotado. Pero tienes un límite de tiempo para dar tu mejor esfuerzo, y unas pocas temporadas, antes que la plenitud de tu energía, y tus aptitudes mengüen. Después de ello, lo mejor que podría sucederte sería, saber cómo transmitir a otros tu experiencia, y mejor aun, lograr ser oído.

Aunque parezca increíble, Dios está aquí