Mercedes Sosa

martes, 3 de agosto de 2010

Algo se ha perdido




Escucho el resoplido del chiflo del "afilador" con su parsimonioso efecto doppler que se anuncia conforme comienza a acercarse a la ventana de mi casa, y luego al irse alejando al ritmo de sus cansados pasos. Enseguida pienso, ¿habrá algún cuchillo o tijera que afilar? Porque hay algo de tristeza y de añoranza mezclados en el sonido de su sencillo silbato de metal, que anuncia el paso del "afilador" advirtiendo de su presencia al vecindario, para que alguien salga a su encuentro llevándole algún instrumento cortante al cual sacarle filo. 
Pero hoy, tan cara como está la vida, y con la mala calidad de los materiales, ya estamos más acostumbrados al concepto del instrumento desechable; porque además, resulta más económico tirar y reponer, que usar y componer. Aun los vehículos automotores de combustión que conocemos coloquialmente como "automóvil", "coche", "nave", "lanchón", "patas de hule", "tartana", "carcacha", "cacharro", "rufo", "mueble" o "troca", "vochito", "chevyto" y "tsurito", entre otros muchos modismos y motes; en muchos de los casos son de "usar y desechar", no se diga cuando se trata de sus partes eléctricas, o sus carrocerías que se hunden bajo el peso de una mosca, por citar tan solo dos ejemplos de su labilidad de quasi cristal de Baccarat.
Con la Revolución Industrial, las personas pasamos a ser una pieza más adosada a la máquina; y los oficios, los gremios y los artesanos fueron menguando. La tecnología sustituyó en número a las personas que se requieren en una línea de producción, y en muchos casos, se ocupan manos tan solo para empaquetar, o para estibar las cajas llenas de productos terminados. Desde el advenimiento de la informática todo se ha reducido a cero y uno, en el complejo sistema del lenguaje binario. Aun nos hemos vuelto torpes para escribir de puño y letra, porque hemos sustituido la pluma, por el teclado del ordenador, y a manejar las herramientas del procesador de textos. Se han acabado las artes y los oficios antiguos; ciertos gremios se extinguieron como se extinguió el tigre de Tasmania o el Delfín de río. Por cierto, los médicos no tardan en desaparecer sustituidos por un call center para consultas médicas, y centros de diagnóstico por computadora; y de ser paradójicamente suplantados -los médicos- por chamanes y curanderos provocado por los altos costos de la salud, y la búsqueda de alternativas en la medicina; frente al tardío empeño gubernamental para instituir la exigencia de la receta médica para el expendio de medicamentos. ¡Too late!... Sorry, cuando la sobre oferta de servicios ha excedido la demanda, y llevado los costos a límites insostenibles y prohibitivos para la mayoría de la población que vive su precaria condición, en estos lares tercermundistas. Y la desleal competencia del Seguro Popular, de un Estado espuriamente populista, y descaradamente plutocrático, con sus Políticas de Salud Pública que no remedian ni un entuerto, y con sus campañas sanitarias para "epidemias hechas a la medida y por Decreto", y para "controlar" agentes virales de atípica conducta y distribución epidemiológica también atípica.
Sí, evidentemente nos vamos acostumbrando al hábito de usar y desechar. Los mecánicos automotrices y los "maistros" de los talleres eléctricos, se están convirtiendo en maestros del "quitar piezas y cambiar piezas".
Si tienes un dispositivo como un teléfono móvil, o un IPod, o un IPad de última generación saldrá, en cosa de un par de semanas, un nuevo dispositivo que te haga inútil la reparación de tu viejo dispositivo, o de su sistema operativo, porque cuenta con más funciones, o tiene integrada una cámara fotográfica de diez pixeles, -o más- y Smile Shot. Lo que está de moda para este invierno, estará fuera de uso para el invierno siguiente. 
Aun las maneras de relacionarse con otras personas ha cambiado. Yo, tengo amigos en al menos diez países, de América, Europa y Asia (lugares a los cuales debo confesar que nunca he viajado). Mis amigos los cuento por cientos, y en ocasiones "chateo" (inflexión gramatical del verbo: "comunicarse por Internet en tiempo real") con ellos. 
Diariamente intercambiamos correos electrónicos, videos en You Tube, tarjetas postales electrónicas, presentaciones en Power Point, documentos PDF, links, códigos URL, HTML, actualizaciones de perfil, álbumes fotográficos, música. 
Discutimos sobre nuestras creencias religiosas, o intercambiamos frases célebres y pensamientos "motivacionales", para incrementar la auto-estima, y buenos deseos. En ocasiones con un simple copiar y pegar, o dar un click en la herramienta de reenvío difundimos lo mismo el rumor más absurdo e infundado, como la información más interesante y veraz. Y aún -por si lo anterior fuera poco- hay quienes ofrecen sus imágenes eróticas, y sus servicios sexuales, o comunican sus libres alter-preferencias sexuales por el ciberespacio, convirtiéndolo así en una puerta alternativa para "salir del closet". 
¡En verdad que las cosas han cambiado!...